En los últimos seis años, las principales ciudades argentinas ampliaron de manera sostenida sus límites urbanos. Según un informe de la Fundación Tejido Urbano, la superficie urbanizada de los 34 aglomerados más importantes del país creció 5,3% entre 2018 y 2024. En total, se sumaron 307 kilómetros cuadrados (km2) al tejido consolidado, lo que equivale a una superficie similar a la de Rosario.
El estudio, elaborado a partir de imágenes satelitales, reveló que ese crecimiento no se dio de manera uniforme. Algunas ciudades, como Neuquén, Santiago del Estero y Salta, lideraron el proceso de expansión, mientras que en otras, como Santa Fe y Mar del Plata, el crecimiento fue mucho más moderado. En todos los casos, el informe midió la expansión horizontal, es decir, el aumento de superficie ocupada por nuevas construcciones de viviendas, sin considerar el crecimiento en altura.
Fernando Álvarez de Celis, director ejecutivo de la Fundación, señaló que la expansión urbana responde a múltiples factores que varían según cada ciudad. En Neuquén, por ejemplo, “el impulso de Vaca Muerta y la falta de planificación urbana explican buena parte de la expansión hacia las periferias. En Santiago del Estero, el crecimiento estuvo asociado a un plan de viviendas impulsado por el gobierno provincial, que solo en 2024 inauguró más de 1.700 unidades”.
La expansión horizontal avanza sobre tierras rurales, transformándolas en suelo urbano, con impacto económico, ambiental y fiscal.
En los últimos años, San Juan, Río Gallegos y Corrientes encabezaron el ranking de mayor crecimiento relativo, con expansiones superiores al 3 por ciento. Mendoza, Neuquén, Tucumán y Viedma completaron el grupo de mayor expansión, con crecimientos entre 1,5% y 3 por ciento.
El relevamiento realizado permitió identificar que estos 34 aglomerados ocupaban una superficie urbanizada de 6.107 km2 (610.668 hectáreas). En la comparación del último año (2023-2024) se advierte una continuidad de este ritmo de expansión. En un año se adicionaron 57 km2 de superficie urbana (0,96%).
La Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), en el último año sumó 17 km2 a su superficie urbanizada, lo que representa un 0,6% de incremento anual. A partir de ello, este aglomerado tiene un total de 2938 km2, con una densidad global de 57,2 habitantes por hectárea.
Mendoza y Córdoba ocupan un segundo lugar, seguidos por los aglomerados de San Juan, Tucumán, Rosario y Neuquén, y más atrás Corrientes y Salta.
Los aglomerados que mostraron la más baja expansión urbana en este año en términos absolutos fueron Posadas, Gral. Pico, Rio Cuarto, Santa Fe y San Luis, que en conjunto adicionaron 0,6 km2.
El crecimiento de la superficie de cada aglomerado en términos relativos en el último año resultó ser elevado en San Juan, Rio Gallegos y Corrientes, que tuvieron incrementos superiores al 3%, y en segundo lugar en los aglomerados de Mendoza, Neuquén, Tucumán y Viedma. Otros aglomerados que tuvieron expansiones superiores a la media global fueron Córdoba, Rio Grande, Jujuy, Salta, Puerto Madryn, Rosario, Concordia y Santiago del Estero, todos con más de 1% anual.
En el otro extremo, ciudades como Posadas, General Pico y Santa Fe mostraron los niveles más bajos de crecimiento absoluto. La RMBA, que sumó 17 km2 en el último año, registró un incremento de 0,6%, aunque en términos absolutos representa un crecimiento significativo por la escala de este aglomerado.
El informe también analiza la relación entre expansión y densidad poblacional. De los 34 aglomerados relevados, 24 aumentaron su densidad, mientras que 10 la redujeron. Resistencia, Viedma, Santiago del Estero, Formosa, Salta y La Rioja figuran entre las ciudades que perdieron densidad, lo que implica que su superficie creció más rápido que su población.
La ocupación ineficiente del suelo eleva costos de infraestructura y dificulta los servicios públicos, generando ciudades más costosas y dependientes del automóvil, señalo Álvarez de Celis. Las consecuencias ambientales de este modelo de crecimiento también son relevantes. La expansión sobre áreas rurales reduce la capacidad de amortiguación frente a inundaciones (como la dramática situación que vive en esas horas Bahía Blanca) en zonas llanas y aumenta el riesgo de erosión y deslaves en áreas con pendiente. Además, el avance urbano fragmenta ecosistemas y afecta la biodiversidad.
Según el informe de Tejido Urbano, buena parte de esa expansión ocurrió sin una planificación ordenada. En la mayoría de las ciudades analizadas conviven barrios privados, loteos tradicionales, urbanizaciones populares y planes de vivienda pública, con distintos niveles de formalidad y conexión a redes de infraestructura.
El informe también subrayó que la expansión urbana no siempre contribuye a reducir el déficit habitacional. En muchos casos, el suelo y las viviendas nuevas quedan fuera del alcance de los sectores más vulnerables, o no se asignan directamente a quienes padecen mayores carencias habitacionales.
Además, buena parte del déficit habitacional en Argentina es cualitativo, es decir, relacionado con la precariedad de viviendas existentes y la falta de servicios básicos, más que con la inexistencia de unidades.
Frente a este panorama, Álvarez de Celis señaló que la solución no pasa solo por ampliar la oferta de suelo o construir más viviendas, sino por diversificar las estrategias de acceso y mejorar las condiciones urbanas de las áreas ya consolidadas. En ese sentido, considera clave impulsar procesos de renovación urbana y densificación en zonas infrautilizadas, junto con políticas que faciliten el acceso a infraestructura, transporte y servicios de calidad.
En un contexto de ajuste fiscal y reducción de programas nacionales de vivienda, el futuro de la expansión urbana queda en manos de las decisiones locales y provinciales. “Sin una estrategia coordinada, el riesgo es repetir un patrón de crecimiento extensivo, ineficiente y segregado, que amplía el costo de las ciudades y profundiza las desigualdades territoriales”, concluyó el director de la Fundación Tejido Urbano.