DDN. La pasividad del Gobierno y la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante el imperio narco dejan al periodismo independiente en una solitaria lucha. Como no podía ser de otra manera, la cómplice pasividad del gobierno nacional ante la creciente arremetida del narcotráfico y su falta de voluntad para convocar a una verdadera política de Estado contra este flagelo sólo derivan en estruendosos fracasos y escándalos sin pausa, como los que han afectado a la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Simultáneamente, un serio estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) verificó un incremento del 50 por ciento en la venta de drogas entre 2010 y el año pasado en los barrios de mayor vulnerabilidad social, mientras el Poder Ejecutivo solamente ha empleado un tercio del presupuesto para un plan de lucha contra el consumo de estupefacientes. Las consecuencias de esta omisión cómplice de nuestras autoridades, sobre la cual reiteradamente advertimos en esta columna editorial, son muy graves y cada vez más amplias. Pueden resumirse en dos, vinculadas entre sí. Por un lado, ante la deserción de quienes debían velar por su protección, la sociedad se encuentra inerme. Por el otro, esa ausencia de planes oficiales para combatir con seriedad el avance del narcotráfico también va debilitando a las instituciones que conforman la primera línea en ese combate, como las fuerzas de seguridad y la Justicia, al tiempo que también deja desprotegidos a los medios y periodistas independientes que se han ocupado de denunciar la acción de las redes de narcotraficantes. El narcotráfico doblega y enferma a la sociedad mediante la venta de la droga, pero para llevar adelante este comercio mortal necesita lavar el dinero obtenido para reintroducirlo en el circuito legal mediante inversiones. A su vez, para poder concretar sin pausa sus delitos, los criminales deben procurarse la ineludible complicidad de sectores de la policía, la Justicia y el mundo de la política, al que brindan financiamiento. Una vez copadas esas instituciones, para afianzarse el imperio narco necesita someter al periodismo para que no salga a la luz que es ese imperio, y no las instituciones, quien gobierna. Abundan los casos de captación de efectivos policiales que se convierten en aliados y cómplices de los narcotraficantes. Y poco a poco, se van conociendo las presiones de esas organizaciones criminales sobre la Justicia. "Te vamos a matar", fue la amenaza que escuchó Raúl Juan Reynoso, juez federal de Orán, Salta, al atender una llamada telefónica en su despacho. Rastreada la comunicación, se pudo detener a tres hombres que eran investigados por narcotráfico. No fue la primera vez que Reynoso recibía amenazas de muerte. Hace poco tiempo, un controvertido acuerdo judicial en Rosario alentó sospechas y suspicacias. Luego de siete meses de negociaciones entre cerca de diez abogados defensores de 14 integrantes de la tristemente célebre banda de Los Monos y los fiscales de primera y segunda instancia, se acordó un juicio abreviado para los imputados de asociación ilícita. La mayor polémica la despertó la pena a nueve años de prisión para Ariel Máximo Cantero como jefe de la organización criminal y también como partícipe secundario, y no autor, de un asesinato. Sigue en la próxima página Salta en Medios Nacionales Salta, Miércoles 1 de Julio de 2015 La misma ciudad de Rosario fue escenario el año pasado de una grave amenaza al periodista Germán de los Santos, corresponsal, quien había realizado profundas investigaciones sobre el avance del poder narco en la ciudad santafecina y la ola de asesinatos que jalonó ese avance. Se trató de un indicador más acerca de la soledad en que se encuentra el periodismo en su deber ético y profesional de echar luz allí donde hay oscuridad, corrupción, extorsión y amenazas contra la vida y los valores democráticos y republicanos que constituyen la esencia de nuestra Nación. México tiene abundante experiencia en la materia y, allí, un grupo de periodistas creó una ONG cuya doble función es capacitar a los hombres de prensa que deben cubrir los avatares del negocio de la droga y denunciar los asesinatos de reporteros, que suman más de cien en los últimos 15 años, sin contar otros 25 periodistas que permanecen desaparecidos. Como ha señalado el periodista italiano Roberto Saviano, condenado a vivir bajo protección policial por las amenazas que recibió luego de publicar su famoso libro sobre la camorra, Gomorra, la principal amenaza para el crimen organizado es la prensa. No se trata, entonces, de una defensa corporativa. El periodismo independiente ha sido siempre el gran enemigo de los regímenes totalitarios y de los populistas en tanto ayuda a desnudar sus mentiras y su fuerza represiva. Lo mismo sucede con el narcotráfico, cuyo mayor temor es que se informe el creciente dominio que va ejerciendo sobre las instituciones y la política. Por eso es que el libre ejercicio de informar a la sociedad es una de las últimas fronteras en la lucha contra ese imperio. Una frontera muy frágil, pero también una de las más efectivas..