La derrota obliga a cambios: Menem en capilla; suenan Romero y De Loredo

- Salta, en medios nacionales

La derrota obliga a cambios: Menem en capilla; suenan Romero y De Loredo
La derrota obliga a cambios: Menem en capilla; suenan Romero y De Loredo

Volvería a existir un ministro del Interior para hablar con los gobernadores. Le preguntaron a Perón que iba a hacer para volver al gobierno . Respondió: “Nada. Todo lo harán mis enemigos”.


¿Qué significa el anuncio de cambios políticos? ¿Acaso la reapertura del diálogo con los gobernadores, que ayer dijeron que el Gobierno sigue paralizado? ¿Replantear alianzas que atraigan el voto blando que hizo ganar a Milei el balotaje en 2023? ¿El nombramiento de un ministro del Interior con peso -se habla de Juan Carlos Romero o del cordobés de origen radical Rodrigo De Loredo, a quien dejaron de a pie por el sectarismo libertario, al igual que el humillado Luis Juez- que recree condiciones perdidas, dejando a los expertos su manejo que los amateurs no comprenden por ignorancia en la materia? ¿Modificación del Gabinete porque Bullrich y Luis Petri serán candidatos en octubre?

El Gobierno se enfrenta a un escenario de muy difícil pronóstico. En octubre, se jugará gran parte de la chance de conservar capital para evitar el síndrome de “pato rengo”, un temor siempre presente.

El primer punto es terminar con la lucha intestina. No parece estar ocurriendo: las redes ardían ayer pidiendo cabezas. Fue sugestiva la exposición de Santiago Caputo en el palco de la derrota, así como el abrazo firme de Milei con su hermana, un mensaje de respaldo total. Distinto al frío trato a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados.

Si Javier Milei está eligiendo las víctimas propiciatorias, Lule Menem es número puesto. Es un funcionario de alta confianza de Karina Milei, con autoridad delegada para el armado político y otros quehaceres. Habrá que ver si Karina autoriza que su equipo, con Lule y Sebastián Pareja al frente de la fila, vayan al cadalso. La permanencia en el poder también es un costo a considerar porque hay un flanco que está abierto. No depende solo de la política sino de la Justicia.

Martín Menem, en cambio, no está a tiro de decreto. Si a merced de los diputados que preside, muchos de los cuales han juntado suficientes querellas contra él como para iniciar una acción para desplazarlo. Paradójicamente esa operación, cuentan, está siendo contemplada por diputados que inicialmente podrían -de hecho lo fueron- ser aliados del gobierno libertario y solo la inhabilidad los arrojó a la oposición. Para cambiar a Menem solo falta conseguir quórum y la mayoría de 129 votos en la Cámara. El reemplazante sería el ¿macrista? Ritondo, quien hace tiempo que puja por ese cargo. A Menem lo pusieron en una mesa política para protegerlo de esa ofensiva.

El peronismo, para ganar, se amontonó. Y si hay un ganador fue Axel Kicillof quien le dobló el brazo a Cristina Kirchner al establecer estas dos elecciones -la provincial y la nacional- a la que la ex presidenta se negaba. Sin los intendentes ni los renovadores de Massa, Kicillof hubiera seguido atrapado en el kirchnerismo. Kicillof es producto genuino de Cristina pero ahora cree que con esta victoria está en condiciones de ser el candidato por derecho propio. Y el peronismo suele tener olfato para detectar al que puede devolverlo al poder.

Fuente: Ricardo Kirschbaum para Clarín

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